Publicado: 15/03/2021 15:11h. Lecturas: 9126
Eduardo Halliday es tercera generación en Santa Cruz. Su abuelo vino de Malvinas a poblar Río Gallegos y criar ovejas. Hoy encaran una producción sustentable.
Luego de un 2020 de sequía, esperan un mejor 2021. "Sin pasto no hay producción", afirmó.
Los Halliday forman parte de la historia santacruceña. Como alrededor de otras 80 familias que migraron desde Malvinas allá por 1885 para poblar estas tierras al sur del continente.
Hoy, Eduardo Halliday, su mujer, sus hijos y nietos, continúan allí, en la Estancia Los Pozos, apostando por la producción ovina, con un planteo que se rige por un manejo sustentable y certificaciones que ayudan a revalorizar la lana para mercados exigentes del mundo.
"Me crié en esta estancia, vi como trabajaba mi padre, así como mis hijos ven lo que he hecho yo y ahora mis nietos, y todavía seguimos acá, eso sí, muchos de mi generación se fueron del campo, también se han ido los de la generación de mis hijos, no es fácil", contó a Santa Cruz Produce Eduardo Halliday, tercera generación nacida en el país, a la que hay que sumar al fundador que vino de Malvinas y a su padre, en Escocia.
Por entonces, recuerda Halliday, el avance chileno sobre el estrecho encendió las alarmas del Gobierno Nacional que buscó voluntarios para poblar este extremo sur del país. De Buenos Aires pocos querían venir. Por eso se motivó la migración de trabajadores rurales y productores de Malvinas.
En la época del abuelo de Halliday se criaban ovinos raza Corriedale, pero desde hace un tiempo se pasaron a los Merino, precisamente a los Merinos multipropósito o MPM.
"Buscando mayor productividad, con lanas finas, más suaves, que pueden capturar mejor precio en el mercado, pero sin perder el objetivo de la producción de carne, buscando seleccionar un animal moderno que produzca muchos corderos", resumió.
Los últimos 20 años el productor pudo mantener la majada, "las bajas temperaturas, las pocas lluvias nos vienen afectando la productividad, y no se puede aumentar, más bien se ha achicado o se ha mantenido, pero de lo que teníamos hace más de 20 años tenemos un 50% menos", dijo Halliday.
Dime cuánto pasto tienes…
La estancia familiar forma parte de la red Ovis21, que pregona el paso de una ganadería extractiva a una ganadería regenerativa, cuidando el ambiente en el que se desarrolla la producción. También se lo conoce como manejo holístico.
"La adopción de este formato de producción fue el escalón que nos diferenció en la cría en Santa Cruz, se trata de producir partiendo del pasto, si no hay pasto no hay producción", resumió Halliday, quien contó que ya llevan casi 30 años con chequeos de pastizales y midiendo el pasto en la estancia para la toma de decisiones, principalmente de carga animal.
Lograron la certificación de cuidado del medioambiente y de bienestar animal. "Esperamos que esto represente mayores valores, por ahora sí significa, en algunos casos, que los compradores elijan este tipo de lana certificada", contó Halliday.
Vale recordar que después de algunos años de muy buenos precios, a fines de 2019 y todo 2020 (en este caso producto del parate pandémico) los precios de la lana han ido bajando.
Al igual que otros ovejeros, espera que 2021 sea un año para empezar a recuperarse. En lo productivo, se viene de una sequía fuerte y un invierno crudo.
Las últimas lluvias para encarar 2020 cayeron en enero, lo que permitió terminar con los destetes y la hacienda estaba en muy buen estado para terminar el verano.
Pero ya en otoño empezó a mermar el estado de los animales y junio-julio fue seco. Luego se registró un invierno de nevadas, pero sobre todo de mucho frío, que afectó la parición y el estado de la hacienda. La primavera tampoco fue buena y así se llegó a este verano.
"Los adultos se van recuperando ahora, pero para los corderos estamos esperando el rebrote de otoño que los deje en mejor condición para otro invierno", confesó Halliday.
Hace 5-6 años probaron traer alimento de los valles chubutenses y del sur bonaerense, para suplementar algunas categorías que les costaba en momentos como estos, pero hoy es inviable por el costo. "El 50% del valor de lo que traigamos es el flete, pero, además, el alimento se encareció", lamentó Halliday.
Del caballo al "cuatri"
Otra de las cosas que han cambiado desde sus antepasados hasta la actualidad es que antes se hacía todo a caballo, ahora pueden usar cuatriciclos y motos para recorrer grandes extensiones, ganando tiempo y confort en un ambiente muchas veces hostil.
"Los potreros grandes se pueden recorrer más rápido, comunicados por handies, y todo se puede hacer más eficiente", contó Halliday.
Aunque lamentó: "Ahora mismo, la situación del país hace que sea difícil conseguir repuestos, la inflación nos duele, a nosotros y a la gente que trabaja acá, la mejor inversión es gastar plata, pero te quedás sin resto y hace que tengamos que volver al caballo, tardando más del doble de tiempo, no es bueno".
No es que Halliday reniegue del caballo, de hecho lo consideran un gran aliado y lo crían y usan para diversas actividades. Pero para extensiones grandes, es pérdida de tiempo y dinero. Este cambio que, como metáfora, tiene el paso del caballo al cuatriciclo, también representó un cambio en la mano de obra que se requiere. Antes podía tener menos capacitación, hoy, "se les paga mejor y se busca gente con más instrucción".
"Estoy contento con lo que hemos logrado, trabajé mucho desde joven, para llegar a los 60 y aflojar un poco, pero sigo metido, invirtiendo para ajustar cosas que faciliten las tareas, que lo hagan menos sufrido", contó Halliday. Y cerró: "El desafío, después de un año de pandemia y cuarentena, es mantenernos a flote, ya tengo mis dos hijos trabajando acá también y corretean mis nietos, ojalá sigan, aunque vengan épocas no tan buenas".